Josué 1:8 fue uno de los primeros versículos que aprendí de memoria y puedo dar testimonio de cómo ha funcionado en mi vida. Dios le dice al nuevo líder de su pueblo: “Nunca se apartará de tu boca este
libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” Y es que en la Biblia tenemos las verdaderas claves del éxito real para la vida. No un éxito aparente, efímero y superficial acorde a los cánones de la sociedad de consumo sino uno real, espiritual, integral y hasta eterno. En ella tenemos los consejos que garantizan pasos firmes y entonces debemos preguntarnos, por qué incluso tantos cristianos hoy la desconocen.
El origen del problema
Hoy no hace falta explicar demasiado que hay una percibida crisis de conocimiento bíblico en el pueblo de Dios y obviamente la culpa de que haya esta crisis no es de la Biblia sino humana, y las razones verdaderamente culpables pueden ser tan diversas como las personas, pero cada día estoy más convencido de que más allá de que algunos no hayamos sido los mejores mayordomos de la tarea de enseñarla y que algunos tengan una gran cuota de responsabilidad en dejar al pueblo a oscuras, tenemos en general un problema de metodología. Si le damos una mirada honesta a la realidad, vamos a tener que admitir que nuestra metodología de enseñanza por excelencia es el monólogo y si también le damos esa misma mirada a la Biblia, vamos a tener que admitir que esta metodología no se encuentra allí tal y cómo la practicamos hoy. A esta metodología la llamamos predicación, aunque si estuviéramos en el ámbito académico la llamaríamos clase magistral o en el ámbito político, un discurso. El monólogo ha sido nuestro método y llegó la hora de admitir su debilidad y no por el valor de las palabras sino por el simple hecho de que hoy conocemos mejor que antes que hay inteligencias múltiples creadas por Dios en el ser humano y que no todos asimilamos la información, sea esta falsa o verdadera mediante la comunicación auditiva. Quizás el problema sean las expectativas que hemos puesto en él. En el mundo multimedial de hoy sabemos que una exposición hablada de una hora no es el medio ideal para enseñar acerca de ningún tema y entonces deberíamos analizar la metodología y su origen e incluso pensar en qué es lo que motiva al emisor y sobre todo qué motiva a los receptores a quedarse solamente en esta práctica sellinglandfast.com/.
Referencias bíblicas, emisores y receptores
El predicador regular suele encontrar mucho más natural intentar agradar que confrontar. O incluso entretener que enseñar. Claro que ambas cosas se pueden combinar, pero no siempre, y es allí donde algunos sólo ceden a esta inclinación natural.
El caso de los receptores no es muy diferente. En una cultura que exalta el placer y en un contexto con superproducción de entretenimiento, van descendiendo los márgenes de atención respecto a cualquier cosa que no exacerbe los sentidos. Entender y aprender es “demasiado trabajo” si no es también entretenido.
Por eso el monólogo brindado desde el púlpito está en problemas y detrás de él nuestra valoración a la Palabra de Dios. Hoy cautiva más el humor o la elocuencia que la explicación profunda, aunque ésta sea necesaria y el resultado es que hoy hay un alto porcentaje de personas en nuestras iglesias que no conocen la Biblia, y esto es un gran problema ya que a través de la Palabra de Dios se nos inhala fe en el corazón y sin ella perdemos perdemos un punto fijo de referencia para nuestros valores y el oxígeno espiritual que ella trae a nuestras vidas. Necesitamos la palabra de Dios para seguir creyendo y confiando, la necesitamos para saber cómo decidir mejor y aún la necesitamos para tener éxito en nuestras relaciones interpersonales y por eso me da escalofrío notar que en algunos círculos la hemos cambiado por entretenimiento religioso o principios de sabiduría popular que suenan a cliché de tarjeta de “Hallmark”.
Cambiando el medio
En E625 creemos en la Biblia. Creemos que Dios no sólo se reveló en ella, sino que mediante la acción de su Espíritu se sigue revelando hoy cuando llegamos a ella buscándole a Él. Por eso permanentemente
seguimos creando materiales que ayudan a enseñar la Biblia de forma creativa. Yo soy consciente de que necesito la Biblia para oxigenar mi fe y espero que todos nuestros libros y materiales ayuden a quienes Dios ama a crear un hambre por ella. Por eso no sólo hago la declaración de que la Biblia debe volver a ocupar el centro de nuestras predicaciones, sino que debemos dejar de depender tanto de los púlpitos y comenzar a enseñar la Palabra de Dios de una manera más testimonial, conversacional, relacional, multisensorial e interactiva. El púlpito nos ha bendecido, sí, pero al hacerlo el centro de nuestras metodologías comunicacionales nos ha terminado perjudicando, ya que por su culpa y complicidad las personas han ido perdiendo el amor y el interés por la Palabra de Dios. Sé que voy a sorprender a más de uno con este artículo y yo entiendo a quienes gritan en las redes sociales que es necesario volver a la Biblia en nuestras predicaciones. Pero es urgente entender que la Biblia no se nos dejó para enseñar de ella exclusivamente mediante un monólogo semanal a la misma hora y el mismo baticanal y que debemos renovar nuestras metodologías volviendo al estilo de Jesús que usó más diálogos que monólogos, más preguntas que discursos y priorizó las relaciones para sus proceso de discipulado en vez de estar siempre hablándole a multitudes.